Este blog pretende dinamizar la observación de aves en nuestra región. Publicaremos observaciones y noticias de aves, anunciaremos actividades y a través de él cualquiera puede convocar una actividad relacionada con las aves que quiera hacer
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domingo, 27 de octubre de 2013

Usos y abusos en torno a la observación de aves

ARTÍCULO

Desde que la observación de aves, como actividad de ocio y tiempo libre, se inicia en España hacia la mitad del siglo pasado hasta nuestros días, esta afición ha cambiado en buena medida, no tanto en el objeto de la misma, siempre las aves silvestres, sino sobre todo el número de seguidores de dicha actividad, los medios de que actualmente se dispone para realizarla y los diferentes campos a los que se dirige la observación.

Unos pocos aficionados en cada provincia, pertrechados apenas con unos sencillos prismáticos, la guía de campo y el bloc de notas, sin apenas más contacto entre ellos que la correspondencia postal o los informes anuales de alguna revista especializada, sin acceso a bibliografía adecuada por ausencia de la misma, con escasa movilidad por escasez de medios de transporte o recursos económicos, etc., apenas podían producir impacto alguno en las aves que observaban, entre otras cosas porque la precariedad de medios no permitía generalmente otra cosa que no fuese la visita continuada de unas mismas localidades, adentrándose cada vez más en las poblaciones de aves que allí habitaban, en el conocimiento cada vez más profundo de las mismas, sus costumbres, sus necesidades, sus problemas de conservación.

Esto lo provocó un colimbo del Pacífico (Gavia pacifica).
Fuente The Dabbler http://thedabbler.co.uk/2010/11/twitchers/


A todos los aficionados les ha atraído desde siempre la observación de nuevas especies de aves en las localidades frecuentadas, las rarezas, pero hace años esto nunca llegaba a ser una finalidad primaria de la actividad, tanto por la escasez de medios como por  la dificultad de compartir las observaciones; las rarezas no eran entonces mucho más que puras anécdotas a comentar cuando se producía cualquier tipo de contacto o reunión. Proporcionalmente al número de aficionados, por aquellos inicios el desarrollo de la actividad, mucho más que a la localización de rarezas, terminaba inclinándose a estudios poblacionales como censos, programas de seguimiento o atlas, el anillamiento científico, los estudios de reproducción de distintas aves, las campañas de conservación, etc.
 
Pero ahora, el número de aficionados ha crecido enormemente, estos aficionados gozan de gran movilidad por contar en su mayoría con vehículo propio o acceso a medios de transporte para muy largas distancias, disponen de buenos medios materiales como prismáticos y telescopios de última generación, cuentan con otro tipo de material de apoyo como teléfonos móviles, equipos informáticos, GPS, cámaras fotográficas y de video digitales, etc., teniendo además acceso a una enorme cantidad de información, procedente tanto de los mismos grupos en los que ahora se pueden organizar, como de la que se localiza en foros, páginas web, blogs y buena cantidad de bibliografía actualizada.

Ahora, la observación de un ave  se puede compartir en pocos minutos con una enorme cantidad de aficionados a esta misma actividad a través de móvil.  whatsapp, foros o blogs,  pudiendo muchos, dependiendo del interés de la observación, trasladarse al punto exacto de la localización en pocas horas, ayudándose además de programas informáticos de geolocalización o aparatos GPS y permitiendo detectar por último el ejemplar ayudándose de grabaciones de reclamos, documentándolo todo con fotos y videos digitales fácilmente exportables de nuevo desde el mismo punto de observación.

Las nuevas especies, las rarezas y las listas ya pueden ser un fin en si mismo para la actividad de la observación de aves y se convertirá con frecuencia, sobre todo para los iniciados o quienes cuentan con poca disponibilidad de tiempo, en casi el único objeto de esa actividad, entre otras cosas por ser algo muy estimulante por lo novedoso, por la visita de muchas localidades distintas y porque no requiere generalmente la dedicación de otros estudios ornitológicos más profundos, pudiendo  además desarrollarse en infinidad de variaciones, como listas generales de aves observadas, observadas en localidades concretas, a lo largo de un año, maratones de uno o varios días, etc., transformando la actividad en un hecho meramente competitivo o coleccionista,  que no por ser tal deja de ser una dedicación respetable, tener interés como actividad de tiempo libre y en algunos casos, apoyo a estudios de carácter científico.

Concentración de twitchers a causa de un petirrojo de Irán (Irania gutturalis).
Fuente Bill Aspin´s blog  http://babbthree.blogspot.com.es/2011_06_01_archive.html

Cuando el número de aficionados era bajo y con pocos medios, la disposición para la observación de los mismos era una actitud de mucha paciencia, mucha perseverancia, profundizar en las observaciones, en el estudio continuado de las mismas especies y localidades, etc., en definitiva, un conocimiento amplio de la avifauna local, sus hábitos, necesidades y problemática, de tal modo que quienes continuaban en esta afición año tras año llegaban a saber o al menos intuir los perjuicios para las aves que ellos mismos podían producir con sus observaciones y el modo de proceder para evitarlos o paliarlos; en cualquier caso, el bajo número de observaciones apenas podían producir más allá de interferencias puntuales.

Ahora sin embargo, todos conocemos modos de proceder de algunos observadores  poco escrupulosas con la conservación de las aves y sus hábitats, con seguridad un sector minoritario pero creciente, que han llegado a producir algunos problemas graves aunque puntuales, seguramente por desconocimiento de las necesidades de las especies y de los espacios que ocupan, empujados por la ansiedad que produce el afán coleccionista o la competitividad. Todos sabemos de observadores que para ver tal o cual especie acceden sin autorización a espacios restringidos, que introducen el vehículo en vías no permitidas, que producen daños a la vegetación, que interfieren con actividades agrícolas o ganaderas, que levantan del suelo o el agua a las aves para poder identificarlas, que utilizan sin autorización reclamos para atraerlas, que se aproximan peligrosamente a lugares de nidificación sensibles, que llegan a colocar cebos para especies difíciles, etc.
 
Estas actitudes siempre son reprobables y en muchos casos incluso ilegales, produciendo además una mala imagen del colectivo aunque provenga sólo de una minoría, pero además se trata de una actitud contraria al objeto mismo de esa afición, las aves, su diversidad, su estabilidad, su conservación.

Pero los perjuicios producidos a veces no sólo se realizan de forma directa, sino que también son producto de la ignorancia, la falta de prudencia o la indiscreción, siendo esto lo que ocurre, y cada vez con mayor frecuencia, a la hora de comunicar nuestras observaciones, expuestas en cuestión de segundos a una gran cantidad de personas no siempre conocidas, que pueden ser tanto observadores respetuosos como que no, personas ajenas a esta afición como cazadores, fotógrafos, cetreros, silvestristas, etc., a los que además se aportan todo tipo de detalles como fechas, puntos de acceso, observación, coordenadas geográficas milimétricas, etc., lo que en ocasiones ha dado lugar a quejas de vecinos, denuncias por agentes de la autoridad, destrucción de vegetación, deserciones en la nidificación y más comúnmente desaparición del ave objeto del seguimiento por interferencias continuadas imprudentes y molestias. La mera presencia poco prudente de un grupo de observadores, con frecuencia alerta a la población local de determinadas localizaciones de especies sensibles, amenazadas o protegidas que convendría en principio que no fuesen divulgadas para garantizar su conservación.
 
Ver una rareza en alguna de nuestras localidades de observación habituales siempre resulta emocionante, habitualmente intentamos repetir la observación en días posteriores, invitamos a otros observadores a ver el ave y todo ello, si no se realiza de forma prudente,  puede provocar la deserción de la misma. Si se trata de una rareza de origen sólo accidental, un divagante, un individuo exótico escapado de cautividad, etc., el mal producido por las molestias de la observación apenas si conllevará otra cosa que la desaparición del ave, que si además era muy rara en la zona posiblemente tendría un futuro más que incierto de forma natural, pero si las molestias se realizan sobre especies más que raras muy escasas o amenazadas, a veces en posible fase  de recolonización, etc., estabilizadas en lugares de invernada, descanso migratorio o reproducción, el daño puede ser importante y la contrapartida sólo  haber añadido un nombre a una lista. Desde luego, con especies escasas o amenazadas y con todas cuando se encuentran nidificando, invernando o descansando durante la migración en localidades muy sensibles, habría que actuar siempre con suma prudencia, evitar molestias, cumplir la normativa vigente y comunicar esas observaciones sólo a quienes conozcamos que van a proceder del mismo modo o una vez que el periodo de peligro haya finalizado.

A veces, ante la aparición de una rareza, el colectivo de ornitólogos no quedamos demasiado bien.
Fuente Bill Aspin´s blog  http://babbthree.blogspot.com.es/2011_06_01_archive.HTML

Esta claro, si observamos un ejemplar del neártico Chorlito Dorado Americano Pluvialis dominica en algún rastrojo de cereal del valle riojano, individuo seguramente condenado a una vida  alejada para siempre de otros miembros de su misma especie, al minuto colgaremos la observación en las redes sociales y guiaremos gustosamente los días siguientes, hasta que el ave desaparezca,  al “chorreo” de observadores ansiosos de “bimbear” que visiten la localidad, como mucho provocaremos la fuga de un ave ya de por sí “extraviada”,  pero si ese  individuo se encuentra en la misma finca donde se asienta el único bando invernante conocido en La Rioja  de Alcaraván  Común Burhinus oedicnemus o en un humedal ocupado por una colonia de Cigüeñuela Himantopus himantopus en plena época de reproducción, seguramente sólo informaremos a los observadores próximos y conocidos más “fiables”, a los mismos a quienes únicamente informaríamos si la observación consistiese en la localización de un nido de Carraca Europea Coracias garrulus en esta región o la concentración migratoria, en alguna localidad de la misma, de bandos importantes de Sisón Común Tetrax tetrax.  Estas observaciones, cuando se trate de especies escasas, amenazadas o protegidas  se pondrán en conocimiento también de aquellos organismos oficiales o científicos interesados en programas de seguimiento o conservación, mientras que también se trasladarán a los oportunos “comités de rarezas” si es que se trata de este tipo de observaciones.
 
Seguramente algunos observadores cercanos y conocidos  a quienes no se informe rápidamente en los casos similares a los comentados, expondrán sus quejas directa o indirectamente por el modo de actuar descrito, no obstante la conservación de nuestras aves será siempre prioritaria.

Algo relacionado con todo esto podemos verlo en el “Código ético para los observadores de aves”, inspirado en otros similares y ahora  propuesto por el Grupo Ornitológico de La Rioja que puedes ver en este enlace.

1 comentario:

  1. Estupenda exposición del itinerario por las lagunas. Me han gustado los detalles sobre las aves que se pueden ver, también las críticas a la gestión y ubicación de los observatorios, en fin, entretenida lectura. gracias

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